top of page

Javier, teléfono: son las Renovables

  • Foto del escritor: Connor Fernandez
    Connor Fernandez
  • 20 dic 2023
  • 5 Min. de lectura

Nota para El Rompehielos -


El desarrollo de Energías Renovables es la gran oportunidad para generar empleo, potenciar nuestra economía y mitigar el cambio climático.


Riiiiiiiiiiiiiing, riiiiiiiiiiiiiing… ¿Va a atender Presidente? Mire que es la gran respuesta a todo lo que prometió: progreso, libertad, rol protagónico del sector privado… De verdad… Por más que algunos vayan a decir que de pronto está actuando a favor del relato socialista y esos científicos vagos que escriben artículos de cuarta, como dijo hace poco. No pasa nada, en esta ocasión le dejamos que sea cínico. 


Después del ballotage de mediados de noviembre hasta hoy en sus primeros días de gobierno, Milei demostró que está dispuesto a centrar su discurso sin ir a extremos y de buscar consensos o “arreglar” con la vieja política o casta que tanto criticó. Ahora, lo más sensato es que se ponga la casaca pragmática en cuanto a la generación de electricidad a partir de energías renovables. No importa que no promueva esta actividad bajo el eslogan de mitigar los efectos adversos del cambio climático, porque en definitiva ese sería el resultado a final del día. Si lo pensamos en su lógica, esto genera libre mercado, actividad de los privados y progreso.


Argentina tiene GRANDES ventajas y oportunidades para desarrollar un mayor volumen de energía renovable. Sobre todo en tres áreas: el altísimo promedio anual de irradiancia solar directa del NOA, los fuertes vientos constantes del NOA y la Estepa Patagónica y los “descartes” del agro para generar biogás. Hoy nuestro país genera el 86% de su energía a partir de contenido de carbono –mientras la media global es del 84%- pero en cuanto a la generación eléctrica por tecnología estamos en un 36% de renovables, 5% nuclear y 59% térmica.


¿Qué necesitamos? En primer lugar, un marco regulatorio e institucional que fomente las inversiones en energías renovables y vislumbre rentabilidad, que proteja a los que se la juegan e invierten. Se logra garantizando precios en la generación de energía e incentivando la actividad con bajos impuestos, ya que su efecto es positivo, en cuanto al ambiente y desarrollo económico. Acá es donde hay que dejar que el sector privado analice su negocio y se ocupe de hacer lo que sabe, generar ganancias. Pero, el rol del Estado tiene que estar presente en esto que digo al principio: reglas claras y una cierta ayuda o acompañamiento, en ningún momento hostigando, sino estando en modo “¿con qué te puedo ayudar?”. Va a ser vital una concepción de contratos a largo plazo, lo cual genera confianza, garantizando también cantidades de demanda eléctrica.


Segundo, los expertos nacionales señalan la necesidad de modernizar, extender y hacer más eficiente nuestra red de distribución de electricidad. Este es el contexto. Si no podemos distribuir la electricidad que se genera, nada sirve. Se necesitan más líneas de alta tensión. Antes del cambio de gobierno, la Secretaría de Energía aprobó el Plan de Expansión del Sistema de Transmisión Eléctrica de Alta Tensión, que establece obras prioritarias para robustecer el sistema de transporte eléctrico. ¿Seguirá vigente? Estimaciones privadas hablan de la necesidad de 10 mil millones de dólares de inversión en infraestructura de distribución para estar alineados a la generación eléctrica prometida en el paquete que implica el Plan de Transición Energética 2030, la Segunda Contribución Nacional Determinada argentina al Acuerdo de París y la carbononeutralidad para 2050, entre otras –que supone otros 10 mil millones-. Parece y es mucho, pero se puede lograr, no es una locura si vemos los montos que se mueven a nivel global.


Y tercero, entonces aprovechar y descarbonizar nuestra matriz eléctrica. Ese 59% de generación fósil se puede reemplazar por la electricidad renovable de nuevos proyectos. Así podríamos exportar el excedente de petróleo y gas, generando mayores divisas, más trabajo y actividad económica. Este año recién pudimos lograr un balance energético equilibrado, con un excedente de alrededor de 100 millones de dólares, en comparación al déficit de USD 4.349 millones de 2022 y proyección de superávit para 2024. ¿Qué vamos a hacer con esto? ¿Arranca un nuevo paradigma de superávit energético, rompiendo con décadas de déficit?


Ahora es importante que analicemos dónde estamos parados. La Ley 27.191 de 2015 estipulaba, entre otras cuestiones, un mínimo de 18% del total de consumo propio de energía eléctrica al 31 de diciembre de 2023. Según el Estado hoy estamos en un 14%, aunque algunas consultoras privadas hablan del 13%. Todo esto se da en un marco actual que promueve prioritariamente el desarrollo de gas natural. El Plan de Transición Energética 2030 enfatiza la necesidad de lograr el abastecimiento local para dejar de importar y luego venderle al mundo (sustentado en el proyecto de Ley de Promoción al Gas Natural Licuado). Por un lado es racional y práctico desarrollar en profundidad la industria del gas natural, porque lo tenemos disponible, ya hay inversiones en marcha y es el fósil que menos contamina en comparación al carbon y petróleo. 


Pero no debemos apoyarnos solo en esta línea de esfuerzo. Debe darse lo dicho previamente y sumar los proyectos de Ley de Eficiencia Energética; Promoción del Hidrógeno de Bajas Emisiones de Carbono; y de Promoción de la Producción de Vehículos Eléctricos e Híbridos para lograr lo establecido en el Plan 2030: 

– No exceder la emisión neta de 349 millones de tCO2 para toda la economía

– Reducir por eficiencia energética y uso responsable de la energía al menos un 8% de la demanda energética

– Superar el 50% de renovables en la generación eléctrica

– Alcanzar una penetración de autos eléctricos del 2% del parque de vehículos

– Alcanzar los 1.000 MW de generación distribuida renovable 

– Aumentar la red de transmisión eléctrica de alta tensión en 5.000 km de nuevas líneas


OK, lindos objetivos… ¿pero van a ser como siempre una aspiración y ya? ¿O se va a hacer todo lo necesario para que se cumplan, y por qué no, se superen? Más allá de la articulación burocrática, debe haber un efecto real en la promoción de renovables como hablé arriba, que incentive en serio, que sea seductor. Diría que el Estado también se involucre en la producción, pero no lo veo a Milei yendo por ese lado. 


Cuatro reflexiones finales. 1) Los países desarrollados van a ir exigiendo cada vez más trazabilidad “verde” en la creación de productos de cualquier bien, sea del agro, informática o bienes de consumo masivo, lo que significa que hayan sido producidos por energía renovable. 2) Pensar que la captura de carbono va a ser la solución, es ser ingenuos, o mismo, hipócritas. Es imposible que resuelva el cambio climático. Los proyectos en ejecución son prototipos. Sí, podrá, complementar, ayudar a contrarrestar este gran paradigma global: el cambio climático. 3) Debe darse un escenario serio y atractivo para que los privados inviertan en renovables. Primero y principal habrá que ajustar la volatilidad e inestabilidad macroeconómica. Pero mientras se pueden dar incentivos concretos ahora, porque la emergencia ambiental es ahora. Y no cambiemos las reglas de juego –hola arco político actual y de próximos gobiernos, necesitamos previsión constante- para no caer, por ejemplo, en los 18 litigios contractuales que tuvo el RENOVAR. 4) Cambiar la lógica de subsidios y fomento de generación de energía. Si cada $1 asignado a energías renovables se asigna $184 para la generación de energías fósiles, estamos fritos. Sí, va a ser muy difícil romper con los intereses de las grandes corporaciones fósiles y su lobby. Pero lamento informarles que su época dorada ya fue. Van a seguir estando, lo sé, y siendo realista no tengo problema, pero deben reinventarse.


Teléfono, Javier.

コメント


bottom of page